“El exorcista se agachó y raspó con fuerza la pared, abrió un hueco y sacó un entierro”, ¿Un qué? pregunté sin entender. “Entierro. Él nos explicó qué era porque tampoco sabíamos. Es como una bolsa pequeña con la que los brujos hacen magia, casi siempre maldiciones”. ¿Qué? mi cerebro estaba teniendo dificultades procesando esta información de un nuevo mundo que pensaba que era exclusivo de las películas. “Era un bolsita, yo la ví, una bolsita café, amarrada con un hilo. La abrimos y tenía un hueso chiquito, él dijo que era de un gato, una plantica y unos pelos amarrados”.
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